Cuatro mitos sobre la bisexualidad que siguen vigentes

30-11--1 - Por Primera Página

agencianova.com

Que personas influyentes en la sociedad como Dulceida o Cara Delevigne hayan mostrado abiertamente su sexualidad ha alentado a otras a hacerlo.

El hecho de que figuras públicas, tanto a nivel nacional como internacional, se hayan declarado bisexuales en los últimos años, ha abierto un debate en torno a este colectivo, desterrando mitos y falsas creencias. Así, que personas influyentes en la sociedad como Dulceida o Cara Delevigne hayan mostrado abiertamente su sexualidad ha alentado a otras a hacerlo.

“La bisexualidad se caracteriza por la atracción romántica y sexual, tanto por personas de su mismo sexo como del contrario, o por personas independientemente de su sexo, aunque algunos prefieren denominarse pansexuales bajo esta definición”, explica Candela Gómez de la Calzada, psicóloga de Instituto Centta.

Actualmente continúan vigentes algunos de los mitos en torno a esta orientación sexual, invisibilizada durante años, y son los siguientes:

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1. La bisexualidad es una moda

Probablemente, este es uno de los mitos más recientes que señalan especialmente a los jóvenes. “Sin embargo, la orientación sexual no es una moda, ni es algo nuevo, sino que la bisexualidad ha existido siempre”, asegura Gómez de la Calzada.

El peligro de este mito –subraya la psicóloga– es que invalida el desarrollo sexual de las personas bisexuales, generando más confusión, cuestionando su sentir y dificultando el proceso de 'salida del armario'.

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2. La bisexualidad no existe, es una fase

Una de las falsas creencias más extendidas sostiene que la bisexualidad es un paso intermedio antes de conocer tu 'verdadera orientación'. Si bien es cierto que cada persona vive la bisexualidad de manera diferente, ya que no es necesario que la atracción sentida hacia los distintos sexos sea equiparable, esto no quiere decir que sea una etapa o que no exista.

“A veces en consulta he visto casos de personas bisexuales con mucha confusión al respecto, pues no se identificaban a sí mismas como homosexuales, pero tampoco como heterosexuales, no pudiendo definir su orientación hasta la edad adulta a causa de esta invisibilización del colectivo”, añade Gómez de la Calzada.

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3. Si solo has mantenido relaciones con un sexo determinado, no puedes ser bisexual

La orientación no se define por la persona que elegimos como pareja, ni tampoco es necesario que una persona bisexual tenga experiencias románticas o sexuales con personas de diferente sexo. Al igual que, por ejemplo, una persona heterosexual no deja de serlo por no haber experimentado nunca una relación con alguien de su sexo contrario.

La orientación va más allá de la experiencia, incluyendo otros fenómenos como el deseo, la atracción y el imaginario de cada persona.

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4. Las personas bisexuales son más promiscuas y solo tienen relaciones no monógamas

Es un estigma muy sonado en la bifobia –término que responde al rechazo hacia las personas bisexuales–. Sin embargo, el número de encuentros sexuales o la libido no está vinculado a una orientación determinada. Lo mismo ocurre con el tipo de relación: la manera de vincularse con la pareja (sea de forma monógama o no monógama) es independiente.

“Los mitos expuestos, así como la falta de educación sexual y de referentes de personas bisexuales, hace que lleguen a consulta personas que no se han dado permiso para explorar su orientación sexual sin angustia”, señala Silvia Cintrano, sexóloga de Instituto Centta.

Esta tarea se hace más difícil –opina Cintrano– porque nuestra educación no ha roto la barrera de ver la sexualidad como algo más fluido que estático, a pesar de las numerosas investigaciones realizadas al respecto.

En este sentido, el biólogo Alfred Kinsey realizó su estudio en la década de los 40 con una amplia muestra (más de 17.000 personas) para valorar el grado de heterosexualidad y homosexualidad de la población. Su estudio concluyó que la mayor parte de la población del estudio no se identificaba como exclusivamente heterosexual u homosexual, abriendo así un abanico de posibilidades dentro de la orientación sexual.