Explorando el antojo invernal: ¿Por qué optamos por comidas reconfortantes y su impacto en la salud?
Con la llegada del invierno, es común que aumente el deseo por alimentos calóricos y reconfortantes. Esta tendencia tiene diversas explicaciones, que van desde la influencia del estado de ánimo hasta la necesidad de mantener la temperatura corporal para evitar enfermedades.
Guisos abundantes, sopas cremosas y postres indulgentes no solo sacian el hambre, sino que también ofrecen una sensación emocional de bienestar. No obstante, es fundamental equilibrar estas preferencias con opciones nutritivas para conservar un estilo de vida saludable durante los meses fríos.
Megan Lee, tutora académica y candidata a doctorado, junto con Jacqui Yoxall, profesora titular de Salud Aliada en la Universidad Southern Cross, explicaron en un artículo en The Conversation que el sistema digestivo comunica con el cerebro. Al consumir alimentos reconfortantes como pastas, chocolate y sopas, se liberan dopamina y serotonina, hormonas conocidas por generar sensaciones de felicidad y bienestar.
El aumento de glucosa en el cerebro tras ingerir alimentos ricos en azúcar y carbohidratos también produce una sensación instantánea de felicidad, especialmente cuando se siente frío, tristeza, cansancio o aburrimiento. Según Lee y Yoxall, la evolución también ha influido en nuestros hábitos alimenticios, ya que antes de la tecnología moderna, los humanos solían ganar peso en invierno para mantenerse calientes, al igual que muchos animales. Así, el antojo por carbohidratos y azúcar era un mecanismo de protección.
La imitación también juega un papel importante en la alimentación a lo largo de la vida. “Lo que nuestros cuidadores nos daban en invierno durante la niñez impacta sorprendentemente en nuestras elecciones alimenticias como adultos”, señalaron las autoras.
Desde la Clínica Cleveland, se sugieren comidas reconfortantes pero saludables. Los tubérculos como zanahorias, remolachas y nabos son recomendables por su valor nutricional y su capacidad para saciar el apetito. Alimentos ricos en vitamina D, como hongos shiitake, salmón, yemas de huevo, carnes rojas y leche, pueden mejorar el estado de ánimo durante el invierno. La avena también es destacada por su versatilidad y beneficios para la salud, ya que contiene zinc y fibra soluble, importante para el sistema inmunológico y la salud del corazón.
Las sopas son ideales para los días fríos, calentando el cuerpo desde el interior. Los expertos recomiendan prepararlas con caldos de pollo o verduras, incorporando vegetales, frijoles o lentejas para añadir proteínas sin grasas y fibra. “La proteína y la fibra ralentizan la digestión y controlan los niveles de azúcar en la sangre, ayudando a controlar el hambre y mejorar el estado de ánimo”, explicaron.
Las frutas cítricas ricas en vitamina C, como kiwis, limones, naranjas y mangos, son esenciales para reforzar el sistema inmunológico durante el invierno. También se recomienda el consumo de brócoli y coliflor, que pueden añadirse a diversas comidas.
Las bajas temperaturas tienen varios efectos en el cuerpo, como la vasoconstricción para mantener la sangre caliente en los órganos vitales y los temblores musculares para generar calor, acciones que demandan un suministro energético considerable. Según expertos de la Universidad de Valencia, un adulto puede quemar hasta 500 calorías por hora en condiciones extremas de frío.
El Ministerio de Salud de Argentina aconseja mantener una alimentación saludable, rica en nutrientes y energía necesarios para las actividades diarias. Se recomienda priorizar alimentos frescos y mínimamente procesados, realizando cuatro comidas diarias en horarios regulares.
Los expertos de la British Heart Foundation también sugieren mantener una alimentación sana durante el invierno, pero permitiéndose ciertos gustos ocasionales. Recomiendan desayunar avena caliente con frutas o frutos secos en lugar de cereales con leche fría, y optar por sopas de verduras y frijoles para el almuerzo en vez de ensaladas.