Cuando se acercaba su octavo cumpleaños, su mamá le preguntó qué quería de regalo y la pequeña respondió muy segura: “Una guitarra, un saxofón y un violín”. La madre, consciente de que no podía abarcar los tres deseos, eligió una guitarra. Ese obsequio, la marcaría para siempre: “No podía aprender tres instrumentos a la vez y tampoco los podían pagar. Entonces, como era muy fanática de Soledad Pastorutti, acepté contenta y comencé a tomar clases porque en realidad, lo que quería era cantar. Y la guitarra me iba a permitir fogonear. Esa multitaskeada mía que siempre tuve”, evoca Jimena Grandinetti, la periodista que cada mañana nos despierta desde Arriba Argentinos. Aunque cuando ella misma tiene que definirse, su escala personal la organiza distinto: “primero soy actriz, luego periodista y amo la música”.
Animarse a perseguir sus sueños en la actuación y sobre todo, asumirse en ese rol, le llevó algo de tiempo y la enfrentó con sus propios prejuicios. “Lo escondía un poco, sobre todo a mis colegas periodistas, tenía miedo de decir que lo que más me gustaba era ser actriz y que me reste seriedad”, dirá en esta entrevista con Teleshow. Después de un largo trabajo personal, se animó y desde entonces integró diversos elencos hasta este presente en Bésame mucho, una obra de Javier Daulte que desde hace algunas semanas sube a escena en el El Método Kairos, todos los viernes a las 22.30 horas.
“Somos once personas bajo la dirección de Gonzalo Urtizberea. Ya la habíamos hecho antes de la pandemia así que prácticamente es un volver a estrenarla. Es una obra coral, somos todos policías y lo que ocurre es difícil explicar sin spoilear. Tiene momentos graciosos y de misterio, un conflicto a resolver, mucho de vínculos humanos, les va a gustar”, explica Jimena apasionada con este guión y la puesta, pero también con el trabajo en equipo.
Pero, además del periodismo y la actuación, la tercera pasión que la define es la música, esa rama del arte que mamó desde chiquita y por la que no sería nada extraño que en breve la explote un poco más. Solo restará, como en los casos anteriores, animarse a dar el primer paso. Talento no le falta. “Me embola que está como muy de moda cantar. No quiero chorear con eso, pero sí me gustaría hacer cosas con la música porque me nace. Escribo poco porque soy muy hincha quinotos conmigo, pienso que tengo que saber más, pero bueno también sé que es una forma de boicotearme. Compuse tres canciones que considero que están para ser grabadas y grabé mínimo 10 de las que todavía dudo”, se ataja justificando la postergación. Mientras sube videos a sus redes y ya se anima a cantar alguna canción los viernes en el noticiero.
“No tengo ningún artista en la familia, la única referencia musical de mi infancia era mi nonno Luigi, que tocaba el acordeón. Había peleado en la segunda guerra mundial, era muy frío pero de repente el tipo pelaba el acordeón, que ellos le dicen la verdulera porque es el que tiene botones, y tocaba de oído. Eso de grande me flasheó bastante”, explica Grandinetti, que lamenta que el abuelo italiano haya partido pronto, cuando ella tenía apenas siete años, porque solo le quedaron un puñado de recuerdos y mucho por aprender. Su padre tomó algunas clases de teatro, de ahí tal vez parte de su inquietud.
Otra vez el contacto con su infancia. A los 12 años se fue de campamento con sus compañeros de colegio a Colonia Suiza y le puso letra y música a la experiencia. “El otro día encontré la canción y no podía creer lo que era esa letra para la edad, muy apasionada, pero muy correcta. Es bueno encontrar esos recordatorios, porque la vida va avanzando y uno se olvida. Y ahí recordé que ser cantante y actriz fueron mis primeros sueños”, asegura y cuenta que a los 10 estudiaba canto, a los 13 comedia musical en un garaje de barrio y luego, ya comenzó con clases de teatro más formales.
Su curiosidad no conoce de barreras y tampoco descarta volver a entrar a una universidad para cursar una nueva carrera. “En algún momento pensé en estudiar sexología y astrología. No les cierro la puerta aún, son dos temas que me interesan así que tal vez lo haga. Más que nada sexología”, asegura.
Dice que la pandemia puso en eje sus prioridades. “En términos generales me puso enfrente lo que sí y lo que no va. Tal cosa no la quiero más en mi vida, es por acá y darme cuenta que hoy estamos y mañana no sabemos. Y en ese plan estoy, disfrutando más de la vida, desde el ocio hasta hacer algo que en verdad me gusta, apuntar y conectar mi vida con mis deseos. Muy de a poco lo estoy logrando. Tengo un costado espiritual que a veces me joden, que incluye astrología, terapias alternativas, cuencos tibetanos, chamánicos y todavía no me animé pero algún día me gustaría probar rituales naturales o plantas medicinales. En el canal me dicen la hipersensible, es mi apodo. y me hago cargo, soy la más conectada con el arte”, asegura la periodista quien también revela que en aquellos meses de incertidumbre sufrió mucho.
“La pasé muy mal, fue un bajón. Por suerte tenía trabajo, pero enloquecí un poco porque en el rubro periodístico hubo que salir a trabajar igual y tenía un montón de miedo por mí y por la gente que quiero. Empecé a maquinar con mis afectos, mis abuelos, mis viejos, parecía que se iba a acabar el mundo. Estuve al borde de colapsar feo y me asusté. Me quedó esa sensación de que estuve al borde de un ataque de pánico o de una depresión”, asegura sincera sobre aquellas primeras semanas en las que corría el aislamiento social, preventivo y obligatorio.
—¿Soñás con tu propio programa de televisión?
—Me encantaría. Me gustan mucho los talk show, como el programa de Ellen DeGeneres, adonde la gente pueda ir a charlar, a mostrar su arte. También los programas de talentos. Me ofrecieron entrar a El Hotel de los Famosos, tuve algunas conversaciones pero por mi trabajo no podía aceptar. Si fuera un reality tipo Masterchef aceptaría. Los programas que más me gustan igual son los de antes, como Fort Boyard o Expedición Robinson, que son más de ponerle el cuerpo. Me gustan las grandes producciones, me encantan cosas locales como La Peña de Morfi o Los Mammones.
—Tus comienzos fueron en un programa nocturno, de madrugada, ahora arrancás muy temprano en el noticiero, ¿cuál es tu momento del día más creativo?
—Soy un bicho de noche, soy más nocturna. Tipo 19 o 20 horas se me activa un chip, como que me despierto más. Cuando hacíamos la madrugada en C5N con Nicolás Magaldi, yo tenia 21 años, todavía estudiaba en la facultad, cursaba turno tarde y me iba al canal a la noche. Tenía una energía increible y hacíamos más rating que en el prime time. Nico fue mi mejor compañero, teníamos una química, una fluidez que es difícil que se presente. Cada tanto nos hablamos.
—Joven, linda, con ganas de desplegar tu carrera, ¿viviste malas experiencias?
—En términos generales no, tuve suerte por un lado y por el otro, siempre fui muy plantada, podía manejar mi energía y ser más fría con ciertas personas. Si me reunía con gente con antecedentes malos en ese sentido, activaba el modo freezer. Pero no siempre se puede manejar, es una realidad. Sí viví algo que nunca había contado, situaciones muy incómodas con un conductor muy conocido que ya tiene otras denuncias. Me invitaron como panelista a su programa y después me psicopateaba, tengo mails guardados donde me decía que era gorda para trabajar en televisión o cuando estaba cursando, me llamaba sin parar. Me daba miedo pero yo sentía que no podía desaprovechar ese contacto porque era una puerta de ingreso al mundo laboral y ellos juegan con eso, con tu miedo y el poder.
—¿Qué fue lo peor que te tocó transitar con esa persona?
—Dos veces me invitó a la radio, a su programa, y empezaba: “vos sos muy inteligente, pero gorda”. Yo re quería laburar, en una me convocó para un piloto, me agarró en un pasillo y viví un momento muy feo de verdad. Era una época en la que se justificaba bastante la violencia, eran todos cómplices. Era otra época, de hecho yo fui testigo también de cómo acosaba a otras compañeras. Pero bueno, las nuevas generaciones ya no se callan por suerte.
—Hace algún tiempo te habían vinculado con Hernán Drago y tuviste que aclarar que en realidad, era tu amor platónico de la adolescencia. ¿Cómo fue eso?
—Cuando éramos chicos con mi hermano compartíamos computadora y yo me busqué la mejor foto de Drago y la puse de fondo de pantalla. Y cuando llegaba él la cambiaba por una de Celina Rucci, y así vivíamos (risas). Era una guerra mi casa, siempre el mismo quilombo, cada uno que usaba la máquina, la cambiaba. Yo tenía en el escritorio una carpeta de fotos de Drago y las alternaba siempre. Una vez le hicimos una nota en Arriba Argentinos y él dijo: “Jime me tenía en su cuarto”, y fue un revuelo.
—¿Y cómo se enteró de ese episodio infantil?
—Una vez me lo encontré en un viaje , nos habían invitado a correr rally a un circuito en Córdoba. Yo moría por él, me daba ternura la situación después de tantos años. Había ido con mi mejor amiga así que armamos un video casero y ahí se lo dije. Y como ya se lo había dicho cuando trabajaba en el programa de C5N, fui y le dije: “¿Te acordás de mí?” Y él me respondió: “Sí, ¿cómo te voy a olvidar?”. Yo creo que él coquetea y se divierte con todas pero hasta ahí nomás porque es un tipo tranquilo, sencillo, y eso me llamaba más la atención.
—¿Por qué nunca pasó nada entonces?
—En ese momento estaba casado, y después no se dio tampoco. No se generó ninguna, y así está bien por ahora.