Este miércoles, la noticia de la beatificación del cardenal Pironio por el papa Francisco ha resonado en todo el mundo, y con ella, se revela un vínculo significativo entre el sumo pontífice y el futuro santo: la ciudad de La Plata.

En la década del '60, monseñor Pironio, entonces obispo auxiliar de La Plata, compartía la misma ciudad con Jorge Bergoglio, quien en esos años se desempeñaba como el superior de los sacerdotes Jesuitas en Argentina.

La relación entre ambos líderes religiosos se forjó durante esos años, marcados por el consagratorio de Pironio en la Basílica de Luján en 1964, por el arzobispo platense Antonio Plaza. Bergoglio, recordando esos tiempos, mencionó en una entrevista su relación cercana con Pironio, subrayando la desconfianza y calumnias que este último enfrentó debido a sus ideas progresistas.

A pesar de la persecución y las críticas en Roma, Pironio dejó una huella imborrable. Bergoglio compartió la anécdota de un opositor que, al visitar a Pironio en su lecho de muerte, experimentó la transformación del corazón del beato, evidenciando su santidad.

Nacido en 9 de Julio, Buenos Aires, Pironio se formó sacerdotalmente en el Seminario de La Plata, donde ingresó a los 18 años. Después de ser ordenado sacerdote en 1943, regresó a La Plata en 1964 como Obispo Auxiliar y, más tarde, en 1972, fue designado obispo de la Diócesis de Mar del Plata, dejando un legado significativo en la ciudad que fue testigo de su formación y primeros años de servicio pastoral.

Fuente: 0221.com.ar