Las internas dentro del oficialismo han provocado un duro golpe en el Congreso, allanando el camino para que la oposición tome el control de la comisión bicameral encargada de fiscalizar los servicios de inteligencia, un área especialmente sensible. Este hecho no solo subraya la delicada situación interna, sino que también revela las tensiones entre Javier Milei, su reducido círculo cercano, y Victoria Villarruel, acentuando los daños autoinfligidos por el oficialismo.

En medio de un panorama donde “la política” parecía jugar a favor del presidente, las fracturas internas, especialmente en el bloque legislativo oficialista, han puesto en crisis la capacidad de generar acuerdos políticos y asegurar un funcionamiento previsible, particularmente en el Congreso, donde las mayorías son inestables y cambiantes.

Ayer martes, en una esperada reunión, se consagró a Martín Lousteau como presidente de la comisión bicameral, en base a un acuerdo con el kirchnerismo, que ubicó a Leopoldo Moreau y Oscar Parrilli en los siguientes escalones. Este desenlace, aunque predecible, expone los serios problemas provocados por las internas, arrastrando al principal aliado del oficialismo en el Congreso.

El escenario de fragilidad se extiende, con el foco puesto en la cuestión de los servicios de inteligencia y la reforma del mecanismo de ajuste jubilatorio en el Senado, donde el oficialismo busca frenar o modificar la medida. Además, la suba de las dietas ha incrementado las tensiones entre el círculo presidencial y Villarruel, exponiendo una falta de comunicación y coordinación dentro del oficialismo.

En paralelo, Javier Milei explotó la polémica por el aumento de los senadores, utilizando el malestar social en medio de la crisis para cargar fuertemente contra el Congreso, aunque las internas y las descalificaciones no resuelven los problemas de gobernabilidad y gestión que enfrenta el Gobierno.