Se nos rien en la cara: "Narrativa M" vs. "Relato K", la grieta que arrancó el 24M y sigue el 2A
El 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, se convirtió en un escenario más de la batalla discursiva entre el oficialismo y la oposición.
La "Narrativa M" del Gobierno y el "Relato K" se enfrentaron en una versión más tosca y extrema de la confrontación que lleva décadas obstruyendo una visión amplia y profunda de la dictadura.
Dos piezas, un tablero: La disputa por el relato histórico no es solo una cuestión de memoria, sino también de poder. Ambos sectores buscan dominar el temario político utilizando la historia como herramienta.
Cálculo político y necesidades del momento: La tensión discursiva sirve para correr el foco de los problemas del presente. El Gobierno busca un segundo semestre más aliviado en materia económica y el kirchnerismo necesita tiempo para contener las fisuras internas.
Enemigos y malestar: La estrategia de elegir un enemigo provoca incomodidad en ambos frentes. El oficialismo genera malestar con su discurso contra la "casta", mientras que el kirchnerismo enfrenta la falta de márgenes para negociar con las provincias.
Banalización y visión en blanco y negro: La versión más patética del cruce fue la banalización del número de desaparecidos. El Gobierno avala el golpe del 76 como reacción a la violencia de las organizaciones armadas, mientras que el kirchnerismo se escuda en la teoría de los dos demonios para evitar una lectura crítica de la violencia como arma política.
Cristina y el protagonismo personal: La vicepresidenta no dejó pasar la oportunidad para difundir su mensaje, con protagonismo personal y chicanas al oficialismo.
Milei y los golpes de efecto: El líder libertario busca mantener expectativas y contener a su electorado con anuncios como el de la reducción del Estado y el despido de 70.000 empleados públicos.
CCK: ¿Cambio de nombre o símbolo político?: La decisión de rebautizar el Centro Cultural Kirchner genera dudas sobre si se busca una mirada abarcadora o solo un sello político.
La grieta como marco general: El contexto actual conspira contra la posibilidad de construir una mirada amplia y profunda de la dictadura. La recreación de la grieta se ve en ejemplos como el cambio del Salón de las Mujeres por el Salón de los Próceres en la Casa Rosada.
Dos piezas que se imaginan excluyentes: El juego político actual se basa en la construcción de dos enemigos irreconciliables, lo que limita la posibilidad de un debate sano y constructivo sobre el pasado y el futuro del país.
En este contexto, la búsqueda de una memoria colectiva que incluya a todos los argentinos parece cada vez más lejana.