El 20 de septiembre de 1931, se celebró el primer Superclásico entre Boca Juniors y River Plate en la era del profesionalismo del fútbol argentino. Sin embargo, este enfrentamiento histórico resultó ser todo menos lo esperado, ya que estuvo plagado de agresiones, expulsiones y un resultado que no se definió en el campo de juego.
El escenario previo al partido ya estaba cargado de tensión. Aunque estos dos equipos habían chocado en varias ocasiones en la era amateur del fútbol argentino, esta vez lo hacían en el marco del fútbol profesional oficial. La anticipación era palpable, con algunos fanáticos llegando hasta cinco horas antes al viejo estadio de Boca para presenciar las preliminares. Sin embargo, los problemas comenzaron en los partidos previos y se intensificaron en las gradas.
Los disturbios en las gradas llegaron a tal punto que el público empezó a incendiar las tribunas, lo que llevó al árbitro del Superclásico, Enrique Escola, a adelantar el inicio del partido. Estos incidentes iniciales fueron un presagio de lo que sucedería a continuación.
El partido en sí se volvió violento rápidamente, con River Plate demostrando su superioridad sobre Boca. Carlos Peucelle anotó un gol para los "millonarios" a los 16 minutos. Sin embargo, la situación se descontroló aún más poco después.
A los 28 minutos, José Beldivares, defensor de River, cometió una falta contra Francisco Varallo, delantero de Boca, dentro del área, lo que resultó en un penal para el equipo "Xeneize". Este evento provocó la ira de los jugadores de River, quienes se opusieron ferozmente a la decisión del árbitro. Varallo tomó el balón y finalmente empató el partido después de varios intentos, lo que enfureció aún más al equipo visitante.
Los jugadores de River Plate exigieron a Escola que anulara el gol argumentando supuestas infracciones y, según su relato, tres de ellos se acercaron al árbitro e intentaron agredirlo: Camilo Bonelli, Pedro Lago y José Beldivares. Ante esta situación, Escola tomó la decisión de expulsar a los tres jugadores y suspendió temporalmente el partido debido al caos en el campo.
El conflicto continuó escalando hasta que representantes de ambos clubes, junto con los tres futbolistas involucrados, se acercaron a Escola para solicitarle que reanudara el partido en consideración al público. El árbitro aceptó, pero con la condición de que los tres agresores abandonaran la cancha como correspondía.
Cuando los jugadores se negaron a cumplir esta condición, Escola decidió poner fin definitivamente al partido. Como resultado de la violenta situación y la desobediencia de los jugadores de River, el Tribunal de Honor dictaminó que Boca ganara el partido por 1-0. Esta fecha se mantiene inmortalizada en la memoria de los fanáticos de ambos equipos, pero también quedó marcada como una jornada deshonrosa para el fútbol argentino.
Fuente: golazo24.com