En Argentina, se está gestando un debate incómodo pero inevitable sobre la eutanasia y la muerte digna. A medida que otros países comienzan a tener esta conversación, surge la pregunta sobre cuál es el límite al pedir asistencia para morir y qué está sucediendo en Argentina.
La legislación actual en Argentina permite la eutanasia pasiva, donde los pacientes pueden rechazar tratamientos médicos que prolongan su vida. Sin embargo, la asistencia médica para que una persona muera no es legal.
Los datos revelan que solo un pequeño porcentaje de personas logra morir en sus hogares. Según Viviana Bilezker, fundadora y directora de El Faro Asociación, un espacio dedicado al final de la vida, el 80% de las personas desean morir en sus casas, pero solo el 20% lo logra. Esto se debe a que muchas personas no comunican sus deseos, y terminan muriendo en hospitales o clínicas. La terapia intensiva no es un lugar adecuado para morir.
El tabú que rodea a la muerte nos impide hablar abiertamente sobre este tema, a pesar de que inevitablemente se cruza en nuestras vidas cuando enfrentamos diagnósticos médicos sin escapatoria.
Es fundamental cambiar nuestra percepción y abordar la muerte como un proceso humano. Deberíamos considerarla como parte de nuestra vida cotidiana, teniendo en cuenta las "micro muertes" que experimentamos, como rupturas amorosas o cambios estacionales.
Si abordáramos la muerte de manera más abierta, podríamos tener más libertad para elegir las condiciones en las que deseamos morir. Además, es necesario reconocer que la muerte no solo debe ser tratada como un tema médico relacionado con la enfermedad, sino que también deberíamos darle un lugar en nuestras vidas en general.
Viviana Bilezker plantea la importancia de contar con personas preparadas para acompañar a aquellos que están muriendo, más allá de la terapia tradicional. Acompañar en el proceso de fin de vida y brindar orientación son aspectos cruciales para garantizar una transición más digna.
Es ilusorio pensar en vivir sin dolor, ya que el dolor es parte de la vida y nos ayuda a poner las cosas en perspectiva. Sin embargo, a menudo tratamos de evitarlo. En El Faro, se crea un espacio para validar el dolor que la muerte genera, reconociendo que todos experimentamos dolor en algún momento. La idea de vivir sin dolor es una ilusión, y es importante enfrentarlo y permitirnos sentirlo.
Además, se está hablando cada vez más sobre la gestión de las emociones, incluso en el ámbito de la crianza. Históricamente, las emociones han sido consideradas algo impreciso que no se debe mostrar a los demás. Sin embargo, la evidencia científica muestra lo contraproducente que es reprimir las emociones para nuestra salud. Se ha observado un aumento en los diagnósticos de demencia, como el Alzheimer, relacionados con la incapacidad de expresar emociones a lo largo de la vida. Es hora de cambiar nuestra visión y darle espacio a la muerte en nuestras vidas