Thelma Fardín vuelve a los escenarios con Anaïs, el deseo consumado, donde encarna a Anaïs Nin, la escritora pionera que reflejó sus experiencias en los diarios íntimos que fueron el fundamento de gran parte de la literatura erótica femenina.
Para saber más detalles de la obra, que se estrenará el viernes 23 de septiembre a las 20 en Border, Comunidad de Arte (Godoy Cruz 1838, CABA), con funciones posteriormente los viernes a las 22, diariohoy.net dialogó con la actriz.
—¿Sensaciones de volver al escenario?
—No me subo a un escenario desde antes de la pandemia y es como una medicina para mí el teatro y el público, pero también el ensayo; más allá de cuando uno lo abre a la mirada del espectador, el proceso es esencial para mí. También construyendo con mis compañeros, porque eso finalmente es lo más importante a la hora de subir al escenario, poder agarrarte fuerte de tus compañeros.
—¿Cómo llegás al proyecto y qué conocías del personaje?
—Llego a través de Fiorella Camji. Hicimos una versión de Rey Lear en el CCC hace cinco años; yo recién había llegado de vivir en México y ella me propuso a Virginia Lombardo, la directora, diciéndole que era una buena opción. Vir me llamó a muy poquito tiempo de comenzar los ensayos. Cuando leí el material, me dio mucho vértigo porque es complejo, el texto no tiene teatralidad per se y ese es un desafío, poder salir de la cosa textual, meramente discursiva, poder atravesarlo por sensaciones y transitarlo por el cuerpo, construyendo lazos.
No quise mirarla mucho a ella, sí la leí, la conocía de la película Henry and June, y sobre cómo fue contemporánea de grandes referentes del arte y la psicología, es decir que la conocía pero nunca me había sentado a leer sus diarios. Me entregué a la mirada de la directora y, ya avanzado el proceso, me puse a leerla, y fue muy lindo encontrar puntos de contacto entre lo que me inspiraba y lo que describía en sus diarios. Siempre es una gran responsabilidad crear un personaje real.
—¿Hay más presión?
—Se trata de un asunto difícil. Me pasó recientemente que tuve que interpretar a Evita, de quien tenemos muy presente su imagen y uno o dos discursos. Con Anaïs el desafío es más grande porque cuando uno construye el personaje a partir de la imaginación de lo que lee, no hay contraste con la imagen, y la realidad es que siempre te quedás atrás.
—Todos tenemos más de referencia su discurso y la película que mencionabas antes…
—Sí, por eso para mí la manera de construir el personaje tuvo que ver más con conectarme con lo que transita la obra en particular y cómo está elegido contar, porque hay un amor-odio de encuentro con la escritura, y me parecía más interesante detenerme en el recorte que hizo el autor sobre la vida de Anaïs. Si yo la hubiera escrito seguramente elegiría otro recorte, entonces hay un arco de la vida de ella, y yo me animé a meterme en el imaginario de este dramaturgo en particular.
—Cuando comenzaste a ser actriz, ¿imaginabas representar a estas grandes mujeres?
—No, nunca me imaginé, es algo que me empezó a pasar ahora de grande…
—¿De grande decís? Sos muy joven…
—Claro, son casi 30 años, pero yo llevo casi 20 en la profesión, por eso cuando vuelvo a cuando empecé no estaba esta posibilidad de imaginar. El tema es que además yo soy muy ansiosa, empecé muchas carreras, porque soy muy curiosa, no porque las quisiera ejercer, hice Comunicación, Diseño, Abogacía, y como sé que no podía hacer todo, quise trabajar de algo que me permitiera jugar a que iba a hacer de todo. Ahora me pasa que pienso: Qué ganas de interpretar a tal mujer histórica, y no, ni Eva ni Anaïs se me habían cruzado por la cabeza.
—Y soñando, ¿quién sí se te cruza por la cabeza para interpretar?
—Me gustaría mucho hacer a Simone de Beauvoir, a Frida Kahlo, ahí hay mucha belleza. Me da mucha intriga qué pasará cuando empecemos a contar a Cristina en la ficción. Todos esos personajes que han marcado la historia de una manera tan icónica me seducen a la hora de imaginar ponerme en su piel, porque en un punto me intrigan sus vidas y creo que las entendería.
—¿Qué sentís por el estreno?
—Yo creo que las actrices y actores estamos muy mal de la cabeza, porque el vértigo previo que se vive a desnudarnos adelante del público es casi una tortura, y lo hablo con los compañeros, con quienes nos encontramos en la similitud y en ese minuto previo decís: ¿Quién carajo me mandó? Pero hay algo adictivo ahí, porque así comprendés el mundo. Yo lo entiendo más arriba del escenario que abajo. Muchas veces uno piensa qué es lo próximo que sigue en tu vida y carrera, pero lo que termina apareciendo es siempre lo que importa y lo más enriquecedor.