Aunque la etiqueta "extra virgen" es sinónimo de alta calidad, no garantiza que un aceite de oliva satisfaga tus gustos. Detrás de esta denominación se esconde una amplia variedad de sabores y calidades, influenciados por factores como el origen de las aceitunas y el proceso de extracción.
El color verde intenso, asociado comúnmente a la calidad, puede ser un truco visual. Lo importante es la claridad y la limpieza del aceite. Busca aromas frescos, con notas a hierba o fruta, y un sabor equilibrado con toques amargos y picantes. Evita los sabores rancios o metálicos.
La frescura es fundamental. Elige aceites con una fecha de cosecha reciente y una acidez baja (menor a 0,8%). Además, verifica que lleve sellos de calidad como DOP, NAOOA o IG, que garantizan estándares internacionales.
El test de la heladera no es un método confiable para determinar la calidad del aceite. Muchos aceites de alta calidad pueden espesarse a bajas temperaturas, independientemente de su pureza.
El aceite de oliva extra virgen, consumido regularmente, puede ayudar a prevenir enfermedades cardíacas, cáncer de mama, diabetes y deterioro cognitivo. Sus propiedades beneficiosas se deben a su contenido en ácidos grasos saludables.
Para apreciar plenamente las cualidades de un buen aceite de oliva, prueba diferentes variedades y marcas. Desarrolla tu paladar y aprende a distinguir los distintos sabores y aromas. Recuerda, un buen aceite de oliva es una inversión en tu salud y bienestar.