Dormir la siesta se revela como una práctica beneficiosa para la salud, especialmente en lo que concierne al bienestar cerebral y el rendimiento cognitivo. En los últimos años, diversos estudios han resaltado la importancia de integrar breves momentos de descanso durante el día para fomentar una vida más saludable, a pesar del ajetreo del ritmo moderno.
Según la Fundación Española del Corazón, el ser humano es uno de los pocos animales que duerme de forma monofásica, es decir, una sola vez al día. Esta falta de descanso diurno puede tener repercusiones negativas en la salud mental y física, particularmente en un mundo donde el estrés y la falta de sueño son cada vez más comunes.
El doctor Daniel Pérez Chada, presidente de la Fundación Argentina del Sueño, resalta que la pandemia ha exacerbado los problemas de sueño, con más personas experimentando dificultades para conciliar el sueño y manteniendo hábitos poco saludables relacionados con el sueño.
Incorporar la siesta en la rutina diaria emerge como una solución práctica para contrarrestar los efectos nocivos de la privación de sueño. Este breve descanso puede ayudar a recargar energías y mejorar la concentración, lo que resulta fundamental para enfrentar las demandas diarias con mayor eficacia.
Beneficios de la siesta: Estudios indican que una siesta breve puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, mejorar el aprendizaje y la concentración, así como influir positivamente en el estado de ánimo al aumentar la receptividad a las emociones positivas y fomentar el bienestar gracias a la liberación de serotonina.
Duración ideal de la siesta: Investigaciones respaldan que una siesta de 20 a 30 minutos es óptima para aumentar el estado de alerta y el rendimiento, evitando entrar en un sueño profundo que pueda causar somnolencia. Aquellos que sientan la necesidad de una siesta prolongada deben considerar buscar asesoramiento médico.
Ambiente y momento adecuados: Se recomienda buscar un lugar tranquilo y cómodo para la siesta, preferiblemente después del almuerzo entre las 13:00 y las 17:00, cuando el cuerpo experimenta una disminución natural en los niveles de alerta. Esto ayuda a evitar interferencias con el sueño nocturno y mantener patrones de descanso regulares.