Durante millones de años, los océanos fueron gobernados por el Otodus megalodon, el tiburón más grande que haya existido, alcanzando hasta 24 metros de longitud. Su dieta principal incluía ballenas y otros grandes mamíferos marinos, consolidándolo como uno de los depredadores más temibles de su era.

Nuevos estudios dirigidos por Stephen Godfrey, del Calvert Marine Museum en Maryland, han analizado dientes fósiles de megalodón encontrados en Carolina del Norte y del Sur. Estos dientes presentan marcas de mordeduras que coinciden con la estructura dental de otros megalodones, sugiriendo posibles enfrentamientos entre individuos de la misma especie. Estas interacciones podrían haber sido motivadas por disputas territoriales, competencia por alimento o incluso prácticas de canibalismo.

Además, se han hallado fósiles de cachalotes prehistóricos con heridas compatibles con la mordida del megalodón, indicando que este coloso marino no solo cazaba grandes presas, sino que también podía enfrentarse a otros depredadores de gran tamaño. Estos descubrimientos ofrecen una visión más profunda sobre el comportamiento agresivo y las dinámicas ecológicas de esta fascinante criatura prehistórica.