Alerta por tormentas en diez provincias
El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) ha emitido una advertencia sobre alertas amarilla y naranja para diez provincias del centro del país, señalando tormentas que podrían tener consecuencias significativas. Según los pronósticos, la Ciudad de Buenos Aires (CABA), el conurbano bonaerense y gran parte de la provincia de Buenos Aires –excepto la zona sur– estarán entre las regiones más afectadas. Además, el noreste de La Pampa, el sur de Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos también recibirán la fuerza de estos fenómenos.
Las tormentas pronosticadas para estas regiones incluyen lluvias que podrían acumular entre 50 y 100 mm, con ráfagas que superarían los 80 km/hy actividad eléctrica, según Cindy Fernández, vocera del SMN. La intensidad de estos fenómenos climáticos no es un hecho aislado. La pregunta que debemos hacernos es: ¿Estamos preparados para enfrentar la creciente frecuencia e intensidad de estos eventos climáticos?
La situación en Córdoba, donde un tornado fue detectado en la localidad de Marcos Juárez, plantea una advertencia clara. Aunque se trata de un tornado no supercelular que no provocó daños, este tipo de eventos pone en evidencia que el cambio climático no es solo un concepto abstracto. Es una realidad que, como país, debemos enfrentar con políticas preventivas y de infraestructura que se adaptan a un panorama meteorológico cada vez más extremo.
A pesar de las recomendaciones de las autoridades, como asegurar objetos al aire libre o mantenerse alejado de árboles y postes de luz, la realidad es que la infraestructura de muchas regiones no está diseñada para resistir los efectos de tormentas severas o vientos intensos. La aparición de tornados, la caída de granizo y las fuertes ráfagas de viento en zonas urbanas y rurales deben ser un llamado de atención para mejorar las respuestas de emergencia.
El SMN ha informado que las alertas comenzarán en algunas provincias hasta el jueves, y se espera una mejoría recién a partir del viernes. No obstante, esta situación es solo un síntoma de un problema mayor: la falta de preparación para eventos meteorológicos cada vez más intensos en un contexto de cambio climático global.
Es momento de dejar de depender solo de las alertas y comenzar a reforzar nuestras infraestructuras, mejorar los planos de contingencia y generar conciencia en la ciudadanía sobre los riesgos que vienen con este nuevo paradigma climático.