El pescado, reconocido por su alto contenido en ácidos grasos omega-3, ha sido vinculado a una mejor salud cerebral y una menor probabilidad de desarrollar enfermedades como el Alzheimer. Sin embargo, un reciente estudio advierte sobre la sobreexplotación de los recursos pesqueros, lo que pone en riesgo tanto la salud de los océanos como la disponibilidad de este alimento tan beneficioso.
Diversas investigaciones han demostrado que el consumo regular de pescado, especialmente de variedades grasas como el salmón y la caballa, puede reducir significativamente el riesgo de deterioro cognitivo. Los ácidos grasos omega-3 presentes en el pescado son fundamentales para el desarrollo y funcionamiento del cerebro.
A pesar de los beneficios para la salud, la creciente demanda de pescado ha llevado a una sobreexplotación de los recursos pesqueros en todo el mundo. Un estudio reciente revela que muchas poblaciones de peces están en peor estado de lo que se pensaba, lo que pone en riesgo la sostenibilidad de la pesca a largo plazo.
Para garantizar la disponibilidad de pescado a largo plazo y proteger la salud de los océanos, es fundamental promover prácticas de pesca sostenible. Esto implica limitar las capturas, establecer áreas marinas protegidas y utilizar métodos de pesca que minimicen el impacto ambiental.
La dieta mediterránea, rica en pescado, frutas, verduras, frutos secos y aceite de oliva, se ha asociado con un menor riesgo de enfermedades crónicas, incluyendo enfermedades neurodegenerativas. Adoptar este tipo de alimentación puede ser una excelente manera de cuidar tanto de nuestra salud cardiovascular como de nuestra salud cerebral.