Salud mental y hábitos alimenticios: la clave para un bienestar integral
En el contexto actual, la salud mental y las conductas alimentarias están estrechamente relacionadas. El estrés, la ansiedad y los trastornos alimenticios se retroalimentan, afectando la calidad de vida. Como explica la neuropsicóloga Gabriela Fernández Ortiz, el cerebro reacciona ante el estrés activando la amígdala, lo que provoca una liberación de adrenalina y cortisol, hormonas vinculadas al estrés que alteran nuestros hábitos alimenticios. En estos momentos, el cuerpo se prepara para enfrentar un peligro, y por eso muchos experimentan comer en exceso o perder el apetito.
Sin embargo, la buena noticia es que existen técnicas efectivas para contrarrestar estos efectos. Según Fernández Ortiz, prácticas como el mindfulness y la respiración consciente son fundamentales para calmar la ansiedad. Estas técnicas activan el sistema parasimpático, reduciendo los niveles de cortisol y ayudando a que el cuerpo recupere su equilibrio.
Además, la actividad física juega un papel clave en la gestión del estrés. Realizar ejercicio no solo mejora la salud mental, sino que también reduce los niveles de cortisol, contribuyendo a una mayor sensación de bienestar. A nivel nutricional, aunque infusiones como la manzanilla o el tilo pueden ser útiles, es fundamental evitar alimentos que incrementen la ansiedad, como el picante o la cafeína.
En definitiva, mejorar nuestra salud mental no pasa solo por cambiar hábitos alimenticios, sino por adoptar un enfoque integral que incluya ejercicio, técnicas de relajación y una gestión adecuada del estrés. Así, podemos lograr un equilibrio que beneficie tanto nuestra mente como nuestro cuerpo.